Esta preparación se suele iniciar friendo directamente el caracol con el aceite frío, para que no se esconda en su concha.Para no putear en exceso a la víctima de nuestros gastronómicos antojos vamos a usar un plan B.
Inicialmente sumergiremos los caracoles en agua tibia y conforme vayan sacando las cabezas de sus conchas
los iremos limpiando uno a uno con la ayuda de un estropajo nuevo para raspar concienzudamente su concha.Los colocaremos en una cacerola ,los cubriremos con agua tibia ,los taparemos y pondremos el fuego al máximo para acelerar su defunción.De esta manera el caracol morirá rápidamente y con la cabeza
fuera de su concha : por favor, no seáis cabrones y no les pongáis el agua fría ni el fuego lento, técnica clásica para ''engañarlos''.
Mientras,haremos un sofrito de ajo y cayena con abundante aceite.La proporción que me gusta es dos dientes de ajo muy picaditos y una guindilla para unos cien caracoles.
Añadiremos el sofrito a la cazuela y la sal ; dejaremos el fuego a medio gas durante una hora más o menos.
Deben deshidratarse completamente,incluso comenzar a agarrarse a la cazuela.Si fuera preciso echaríamos
más aceite de oliva.Emplataremos las caracoles ,regaremos el fondo de la cazuela con un chupito de agua,
despegaremos lo incrustado y añadiremos esa salsa a este marisco de secano.
Naturalmente esta receta puede modificarse incorporando a la cocción alguna especia o cambiando
el chupito de agua por un chorro de brandy,pero a mi parecer alteraríamos el sabor del caracol, parecido
a la cocción a la llauna pero más blando.